Un nuevo análisis conducido por el Programa Mundial de Alimentos destaca que, si la temperatura mundial acaba registrando un aumento medio de 2ºc respecto a los niveles preindustriales, unos 189 millones de personas adicionales terminarán sufriendo hambre. El hallazgo se hizo público un día antes de la celebración del Día Mundial de la Alimentación que se conmemora cada 16 de octubre.
El encargado de esbozar este complejo escenario fue el director ejecutivo del Programa al afirmar que «grandes extensiones del planeta, desde Madagascar hasta Honduras y Bangladesh, están sumidas en una crisis climática que es ya una realidad cotidiana para millones de personas. La crisis climática está fomentando una crisis alimentaria».
A modo de ejemplo, el Programa destaca que decenas de miles de vidas están en peligro en el sur de Madagascar, uno de los muchos lugares del mundo en los que el cambio climático ha favorecido las condiciones de hambruna.
El país africano ha sufrido una serie consecutiva de sequías que han conducido a casi 1,1 millones de personas a una situación de hambre severa. Casi 14.000 de ellas se encuentran en una situación similar a la hambruna y se espera que esta cifra se duplique para finales de año.
El 63% de los habitantes del sur de Madagascar son agricultores de subsistencia que han presenciado el derrumbe de sus medios de vida y la extinción de su única fuente de alimentos debido a la sequía.
La agencia de la ONU ha movilizado casi 300 millones de dólares para la acción climática en la última década. En 2020, puso en marcha estrategias para la gestión de riesgos climáticos en 28 naciones de las que se beneficiaron más de seis millones de personas.
En Bangladesh, el Programa apoya a las comunidades afectadas por los fuertes monzones y las inundaciones con ayuda en efectivo antes de las catástrofes para que puedan comprar alimentos y medicinas, proteger los bienes críticos y transportar el ganado y las familias a lugares seguros.
Además, ha protegido de las sequías con un seguro de riesgo climático a 1,5 millones de personas en Malí, Mauritania, Burkina Faso, Zimbabue y Gambia.
«Necesitamos invertir urgentemente en sistemas de alerta temprana y en programas de adaptación y resiliencia climática para evitar este desastre humanitario que se avecina», finalizó Beasley.
Foto Externa