Las expresiones del presidente de la Federación Rusa en el sentido de que tiene interés en incrementar la cooperación con la República Dominicana, incluyendo el aspecto turístico, es un importante espaldarazo del país más extenso del planeta al acercamiento entre ambas naciones, lo cual nos beneficiaría grandemente.
Con el comedimiento propio de un estadista que conoce los intríngulis de la geopolítica internacional, así como la innegable influencia de Estados Unidos en el área, el presidente Vladímir Putin, expreso las atentas palabras en el Kremlin durante la ceremonia oficial de entregas de cartas credenciales de embajadores acreditados en ese país.
Partiendo de la personalidad cauta y prudente reconocida al presidente Putin, es de entender que al manifestar sus aseveraciones en presencia de funcionarios gubernamentales rusos, invitados especiales y diplomáticos de otras latitudes, incluyendo al embajador dominicano Frank Hans Dannenberg Castellanos, implican señales claras para acelerar un acercamiento mutuo.
Vladímir Putin, no es tonto, sabe que el mundo globalizado de hoy requiere extender las relaciones rusas más allá de sus fronteras, y valora al igual que los chinos, la envidiable ubicación estratégica de la República Dominicana, poseedora además de la economía más grande en el caribe y con un potencial comercial enorme, por tanto, el líder ruso planea retomar la presencia, que una vez tuvo la desaparecida Unión Soviética en esta zona, pero ahora buscando negocios.
Sabemos de antemano que los norteamericanos ya tomaron nota del deseo ruso y sin dudas una cercanía comercial con Rusia producirá ronchas con Estados Unidos, pero insistimos en el hecho de que una nación independiente puede buscar acuerdos comerciales con otras latitudes, especialmente si esos convenios no se realizan en un contexto neocolonial y contribuyen al progreso y al desarrollo nacional.