Una comisión de técnicos y especialistas del principal partido de la oposición política dominicana han lanzado un verdadero desafío al gobierno del presidente Luis Abinader al exigir suspender de inmediato la licitación existente para construir el Monorriel de Santo Domingo basados en criterios legales, técnicos y económicos.
El cuestionamiento a la obra fundamentados en los puntos anteriores debe ser analizados no sólo por las autoridades, sino por la sociedad completa, porque invertir más de 500 millones de dólares en un Monorriel que puede presentar aspectos tan relevantes como alto costo, incapacidad para resolver el creciente flujo de pasajeros y posibles fallas de seguridad, no pueden tomarse a la ligera.
En este siglo que vivimos, ya muchos dominicanos hemos superado la visión estrecha de aceptar como buenos y válidos cualesquiera propuestas solo porque vengan de litorales oficiales. Hemos aprendido que las obras públicas de alto interés nacional como el Monorriel, deben desglosarse y reevaluarse de ser necesario, para asegurar que los dineros del pueblo sean bien invertidos.
Decir que la demanda actual de ese corredor en sentido/hora supera los 22 mil pasajeros y el Monorriel proyectado apenas cubriría entre los 15 y 20 mil pasajeros, mientras un Metro movería unos 40 mil pasajeros por hora, es un punto que requiere aclaración del gobierno, al igual que los alegados altos costos operativos y la ausencia de estudios que visualicen los riesgos de terremotos, incendios y huracanes.
La denuncia de que el Monorriel de Santo Domingo nacería limitado en su capacidad, con mayores costos operativos, transportaría menos pasajeros, caóticas rutas alimentadoras y peor aún, con menos piezas de repuestos obtenidas a un precio superior a las de un Metro, obliga a publicar las especificidades del proyecto, para que los especialistas en esa área puedan emitir sus opiniones.
Los magros recursos del país requieren cuantos estudios se precisen antes de gastarlos en obras que no ofrezcan los resultados deseados. Nadie quiere que con el Monorriel resulte ser más cara la sal que el chivo.