sábado, noviembre 8, 2025
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Consternación nacional

Mucho tiempo después de que el aciago suceso en el cual perdiera la vida el ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, disminuya  la primacía noticiosa en el país, como en gran parte del mundo en donde las agencias internacionales de prensa difundieron los pormenores del sorpresivo asesinato, la sociedad dominicana continuará impactada por ese acontecimiento.

Las especulaciones e interrogantes en torno a las razones por la cual Fausto Miguel Cruz de la Mota disparó a mansalva en 6 ocasiones  contra «su amigo de infancia» en el despacho ministerial al cual acudió evidentemente con esas pretensiones, darán paso a la construcción de la verdadera narrativa, causante de la desgracia.

A Los abogados escogidos para defender al asesino confeso, les resultará cuesta arriba articular medios de defensa que justifiquen la acción, por las evidencias inculpatorias, máxime cuando minutos antes de morir, Jorge Mera reiteradamente llamara al entorno de su oficina a no preocuparse, pues Cruz de la Mota, era «su amigo, su hermano».

Puede decirse sin temor a equivocarse que existe en la sociedad dominicana un desconsuelo y una sentimiento de angustia que traspasa los linderos políticos o  sociales,  y justifica los llamamientos desde todos los estratos socioeconómicos  para detenernos a buscar fórmulas tendentes a reparar el dañado al tejido social de la República.

Si de algo sirve, al menos, los deudos del extinto funcionario ahora tienen la certeza de que Orlando Jorge Mera partió de este mundo dejando atrás un extraordinario  legado de pacificador y conciliador, que debe ser el norte hacia donde avanzar para buscar la cura de esta sociedad, atribulada, descarrilada  y enferma.

Paz a su alma…

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