La nueva ofensa a los símbolos patrios dominicanos que ocurrió en esta ocasión en el puesto fronterizo 252, por parte de desaprensivos haitianos que penetraron ilegalmente al país para arriar la bandera nacional, constituye otra provocación, cuya respuesta por parte de las autoridades reproduce el comportamiento tímido exhibido ante eventos similares.
La incomprensión por parte de los últimos Gobiernos del peligroso mensaje enviado, tanto a la población dominicana como a los vándalos haitianos, les hace minimizar las recurrentes acometidas de esos sectores contra nuestra nación, sin visualizar que el dejar pasar esos hechos sin consecuencias, sólo contribuye a envalentonar a los provocadores.
Fue incluso el Gobierno haitiano que en esta oportunidad tomó la iniciativa de deplorar el incidente con nuestra bandera, pues las autoridades dominicanas de manera oficial nunca se indignaron, ni le dieron seguimiento a ninguno de los permanentes ataques sufridos dentro de territorio haitiano o en la frontera, contra los intereses dominicanos.
Están todavía frescas y vigentes las quejas ciudadanas contra la blandenguería gubernamental frente a esas agresiones cuando el saliente presidente Danilo Medina emite el decreto 262-20 otorgándole la nacionalidad dominicana a 750 extranjeros que con dudosas documentaciones no pudieron hacerlo a través de las gratuitas y extensas facilidades previamente ofrecidas al efecto.
Peor aún, busque usted amable lector alguna condena pública emitida por las ONGs o grupos prohaitianos que operan en nuestro país en torno al ultraje de la bandera nacional para al menos justificar el premio ofrecido por el mandatario saliente a 750 indocumentados, algunos de los cuales, en el fondo nos detestan, seguramente sólo podrá encontrar denuestos y falacias contra los dominicanos. ¿Cuándo despertaremos de una buena vez?.