Durante años, el costo de la prima del dólar norteamericano, se mantuvo estable, pese a que la República Dominicana pasó por momentos económicos difíciles, como lo fue por ejemplo la pandemia viral o el inicio de la guerra Rusia -Ucrania que causaron un impacto negativo en la economía nacional.
Y aunque es bien conocido que durante los meses previos a las navidades, los empresarios dominicanos adquieren grandes cantidades de divisas para realizar los pagos de bienes y servicios que compran en el exterior, las presiones cambiarias no alcanzaban los niveles actuales.
En el argot popular dominicano, «hay gato entre el macuto» es una expresión utilizada cuando alguna circunstancia no ofrece la claridad ni la transparencia necesaria y según el periódico especializado «Infobae» el dólar mantiene un incremento de 4.8% con tendencia alcista, (llegará al 71.38 en 2028) a partir de las proyecciones del Banco Central junto a los Ministerios de Hacienda y Planificación y Desarrollo.
Alguien está obteniendo grandes ganancias con el alza descontrolada del dólar, pues todos sabemos que existe un grado de agiotismo y especulación en el alza del dólar, que beneficia a empresarios turísticos, exportadores y al sector financiero, más las ganancias extras que producen a determinados casa cambistas las ventas a sobreprecio de la moneda estadounidense.
El Banco Central, con el eterno Héctor Valdez Albizu, vive cacareando las enormes reservas en dólares, pero no inyecta dólares al mercado para satisfacer la demanda y ha optado por limitar la entrega de dólares a los empresarios importadores, presionándoles a obtener dólares por otras vías, pero mucho más caro. (Se entiende ahora porque Valdez Albizu tiene más de 20 años en el Banco Central).
El alza del dólar encarece los precios de los productos de primera necesidad y los servicios mientras disminuye el salario real de los trabajadores quienes deben tener más pesos para obtener los bienes y servicios que consumen, mientras las autoridades, coincidiendo con los especuladores nada hacen para estabilizar el mercado cambiario, demostrando que en la carrera alcista del dólar hay «gato entre el macuto».