Quienes tengan la esperanza de que la oleada antiinmigrante del gobierno estadounidense y las deportaciones hacia los diferentes países pasará pronto se están haciendo falsas ilusiones, pues, por el contrario, son cada vez más las medidas restrictivas que a lo largo y ancho de los 51 estados continentales y en Puerto Rico impulsa Donald Trump.
Las cifras de Instituto para Políticas de Migración (Migration Policy Institute-MPI-), presentan un aproximado de 165 mil dominicanos indocumentados, es decir que 1% de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos son dominicanos, lo cual es indicador que una gran mayoría de los compatriotas poseen sus «papeles».
Ahora bien, los números previos sobre los dominicanos indocumentados, quizás no incluyeron a gran parte de los más de 50 mil que entraron en la llamada “vuelta de México “ni a quienes viven con identidades suplantadas, que con el nuevo plan de instalar unidades de Migración en las cárceles norteamericanas como en Rikers Island (La Roca), en New York, se irán descubriendo.
Así pues, el futuro no pinta muy halagüeño para los dominicanos en situación irregular, con el agravante de que como editorializó Enlacedigital.com.do el pasado 8 de septiembre del 2023 («El estigma de los deportados»), los repatriados «llegan estigmatizados, debido a los estereotipos que presentan a esas personas como criminales peligrosos o lacras humanas sumidos en el alcohol y las drogas».
Pero el Estado dominicano, que se vanagloria porque en el 2024 las remesas enviadas por dominicanos en el exterior alcanzaron los US$ 10,756.00 millones para un aumento del 5.9% con respecto al 2023, debe en estos tiempos difíciles, tenderles las manos solidarias a los dominicanos deportados, «abrirles el camino a esos compatriotas, ofreciéndoles una segunda oportunidad de redimirse, levantarse y, reconstruir sus vidas».