En condiciones de extremas dificultades y bajo intensas presiones desde diversos ángulos, el pueblo dominicano decidió a cual de los principales candidatos escoger para conducir los destinos nacionales durante un cuatrienio que se evidencia con negros nubarrones en el horizonte.
A pesar de las maniobras de último minuto ejecutadas por quienes aspiraban a ganarse el corazón y las mentes de las grandes mayorías, el escrutinio final expresó la libérrima decisión de una ciudadanía, bombardeada hasta la saciedad con supuestas bondades e incontables promesas elaboradas para compactar bloques electorales que solidificarn el ansiado voto presidencial y congresual.
En la hora cero, las encuestas y mediciones pagadas para incidir en la percepción a favor o en contra de algún candidato vieron acendrado su prestigio y respeto si acertaron en sus predicciones, mientras que aquellas elaboradas sin bases científicas con el único objetivo de justificar una paga, se deslizaron inevitablemente al zafacón del descrédito.
Ese pueblo soberano decidió y su determinación popular fue oficializada mediante el voto mayoritario emitido a favor del candidato presidencial Luis Abinader, al que la voluntad popular entiende representa mejor sus intereses.
A los vencedores en buena lid, les ofrecemos nuestras felicitaciones junto al compromiso insoslayable de que estaremos alertas y vigilantes para que cada una de las ofertas y promesas realizadas a los dominicanos, sean cumplidas por los incumbentes escogidos por ese soberano que decidió el rumbo hacia dónde quiere seguir transitando su ruta en la historia.
