En estos días que celebramos nuestra más importante fecha patriótica, consideramos trascendente prestar atención a varias inquietudes en torno a los espacios, monumentos y símbolos que representan los diferentes capítulos históricos, con los personajes cimeros que actuaron en la lucha libertaria y en defensa de la nacionalidad.
Algunas de esas preocupaciones fueron expresadas por el presidente del Instituto Duartiano, Wilson Gómez en torno al hecho de que para adquirir una bandera nacional, las personas deban pagar el impuesto de Transferencias de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS), cuando en la mayor parte de los países se obtienen de forma gratuita.
Es además penoso ver instituciones del Estado cuyas banderas se muestran descoloridas, raídas y harapientas sin que los funcionarios, los empleados de esas dependencias o incluso ciudadanos particulares actúen para sustituirlas por otras nuevas o al menos publicitar en las redes sociales esos imperdonables descuidos.
Lo mismo ocurre con los monumentos históricos que en ocasiones acumulan basuras en sus alrededores, lucen arruinados y son lugares en donde desaprensivos se dedican a consumir alcohol o sustancias ilícitas debido a que esos monumentos no cuentan con una seguridad permanente que eviten esos desmanes.
El Gobierno puede muy bien utilizar a los privados de libertad para que puedan retornar a la sociedad parte de los enormes recursos destinados a mantenerles en prisión para que puedan dedicarse a hacer banderas que se destinarían a las dependencias del Estado y también puede conformar cuadrillas de privados de libertad para llevarlos cada día a limpiar los monumentos y a cambiar las banderas inservibles por nuevas, enseñas como una manera de mantener impolutos los símbolos patrios.
