sábado, noviembre 8, 2025
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Alerta Amber, buena idea, mala copia, carente de originalidad Jorge Villegas

Muchas personas han escuchado del proyecto de ley de Alerta Amber, sometido por el diputado Orlando Jorge Villegas (hijo del extinto Orlando Jorge Mera), para conformar un sistema nacional de información, búsqueda y resguardo de personas desaparecidas, como niños, niñas, adolecentes, personas con discapacidad cognitiva o enfermedades de salud mental.

Lo que no saben muchos dominicanos es que la Alerta Amber existe desde mediado de los años 90 en Estados Unidos y su nombre se debe al secuestro y muerte de la niña Amber Hagerman  en el estado de Texas, cuyo primer nombre se utilizo en el acrónimo (en ingles), America’s Missing: Broadcast Emergency Response (AMBER),  para honrar a la niña con esa ley.

La propuesta  del diputado Villegas en torno a emitir un boletín nacional cuando se considere que una persona vulnerable o en riesgo con las características señaladas, es una idea plausible, lo deplorable y patético consiste en la carente originalidad al nombrar el proyecto y contenido de la normativa. ¿No pudo buscar un nombre de un menor dominicano asesinado, de los que a diario impactan a la  sociedad? ¿O llamarle Alerta Nacional de Persona Desaparecida o en Riesgo?

El neocolonialismo  cultural de la metrópolis imperial es omnipresente, avasallante, en  países pequeños, sometidos al bombardeo ideológico constante, moldeando comportamientos y reproduciendo patrones que distorsionan su historia, corrompen su realidad, manteniéndoles sumergidos en la alienación perenne, que «normaliza» la dominación. Por eso vemos a gentes repitiendo como loros conductas e ideas foráneas cuyo meta mensajes ignoran.

Una ley que organice y coordine a instituciones del Estado para localizar y salvaguardar la vida de personas desaparecidas, vulnerables o en riesgo es conceptualmente buena, y  existen en otros países, con la salvedad de que en el grueso de esas naciones han sido originales en los nombres escogidos de manera que reflejen sus circunstancias particulares.

Pero copiar al dedillo, nombres y conceptos extranjeros buscando aceptación y  aplausos, sin respetar  la realidad dominicana, es vergonzoso.

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