Mientras la pandemia de la COVID-19 continúa su agitado curso mundial, evitar el colapso de las economías de los más de 140 países que luchan denodamente contra los números aciagos de víctimas mortales y contagiados, es un gran reto, con el agravante de que las celebraciones de algunas naciones por la contención del virus se ha transformado en escepticismo por los preocupantes rebrotes contabilizados.
Las medidas extremas activadas por las economías de las grandes potencias vista la dimensión extraordinaria de la pandemia están replicándose en otras latitudes, de manera que cuando el Banco Central de la República Dominicana dispone la flexibilización de los mecanismos para refinanciar préstamos, le tiende una mano a empresas grandes, medianas, pequeñas, asa como a personas atrapadas en la situación de efecto dominó que puede conducir a la catástrofe.
Ofrecerle a los negocios dedicados al turismo, a la agropecuaria, a la construcción, a las Micros, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes), las alternativas de obtener refinanciamientos o nuevos recursos tendentes a mantener la economía fluyendo, es lo menos que puede hacerse para ir sorteando estos tiempos terribles que experimentamos.
Si las entidades de intermediación financiera pueden acceder a 40 mil millones de pesos a una tasa anual de interés del 3.0%, las Mipymes tendrán asignados 10 mil millones de pesos y los hogares dominicanos otros 10 mil millones, entonces esos 60 mil millones de pesos impactarán favorablemente la demanda interna, en el mantenimiento y recuperación de puestos de trabajos, mientras el dinamismo generado produce la necesaria reactivación.
Los centros económicos globales coinciden en pronosticar un panorama tétrico en los meses porvenir, pues aunque estén apareciendo posibles vacunas, no llegarán con la presteza deseada a nuestros lares, lo cual obliga a las autoridades a mantener a flote la economía dominicana hasta lograr sortear estas aguas turbulentas.
