La Historia más triste, con el final más feliz

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Hace más de dos mil años que en la historia de la humanidad de produjo la escena más triste que nunca antes se había dado sobre el planeta tierra.

Hubo un hombre, que al ver las vicisitudes y desesperación por las que atravesaba su pueblo y por ende, toda la humanidad, quiso venir para poner fin definitivamente,a las calamidades de los terrícolas. 

Él vino a su misión (a “lo suyo”), pero los suyos (su gente, su pueblo, su nación), no le recibió.

Él anduvo por su tierra, recorriendo junto a un número reducido de personas, montes, colinas, aldeas, villas, campos y ciudades, llevando un mensaje de esperanza a los desesperanzado, un mensaje de consuela a los desconsolados; un mensaje de paz a los que tenían sus corazones atribulados, un mensaje de luz a los que andaban en tinieblas y un mensaje de amor a quienes el odio y el rencor los dominaba.

En su recorrido, los que estaban trabajados y cargados les brindaba descanso. A los de que estaban enlutados con un negro manto de tristeza y debilidad, les llevaba el confort y fortaleza. Con su mensaje, iba por doquier llevándoles ánimo y aliento a los desanimados.

Recorría por doquier llevando sanidad a los enfermos, liberación a los cautivos por el diablo y sus demonios; a los cojos y paralíticos poniéndolo a caminar correctamente a caminar correctamente.

Ese mismo personaje, a los hambrientos alimentaba de una manera milagrosa; a los pobres y menesterosos les transformaba sus vidas y los ponía a vivir con dignidad; a los cautivos les daba ofrecías un cambio de vida presente y en el más allá.

Por sobre todo, sin un gran ejército que le siguiera, salvo doce hombres a quienes él llamó para que le siguieran, fue un hombre más poderoso que pudo pisar a esta. Con su poder y autoridad venció a Satanás con todas sus legiones de demonios, venció al mundo, venció al pecado pero también, venció a la muerte.

En cuanto a su carácter y su personalidad, durante su vida en la tierra, ese personaje fue un hombre manso y humilde de corazón; su amor y compasión por ayudar a la gente fue sin igual. Fue un individuo santo, probo e inmaculado. Fue tentado en todo, pero sin pecado y faltas alguna que pudiera cometer.

Bueno, ya saben a quién me refiero: Hablo de Jesucristo el Hijos de Dios, el miembro número de la Santísima Trinidad. El que vino como cordero de Dios a quitar los pecados del mundo. Jesucristo no fue un personaje cualquiera;

Cuando Adán y Eva allá en el Edén pecaron, que por ellos la muerte física y espiritual pasó a todos los hombres; Dios tenía previsto un plan “B” para redimir y salvar a la humanidad. Esplan Dios lo cumpliría con un Hijo, nacido de una mujer en postrimería de los tiempos, pero no de cualquier mujer, y mucho menos se cumpliría en cualquier hijo.

Así Dios lo determinó, cuando, en Génesis en Génesis 3:15, le dijo a Satanás:

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

Por lo que dijo Dios nos damos cuenta, que vida de ese Hijos redentor estaría sometida a un proceso crucial en su vida terrenal.

Sobre la bendición que sería para su pueblo y para el mundo es simiente de la mujer, el profeta Isaías habló por inspiración divina, lo siguiente:

“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”.

En Isaías, también, inspirado por el Espíritu Santo, hablo del nacimiento, y el ministerio que traería sobre sus hombros el niño, simiente de la mujer, referido por Dios en Génesis 3:15, leamos: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

Como podemos ver en el Antiguo Testamento, la simiente de la mujer (Cristo), a la cual Satanás iría a herir en el calcañar, ésta (Cristo) lo heriría a él (a Satanás), en la cabeza.

Al drama del calvario se refirió también Isaías cerca de 240 años antes de suceder, cuando escribió en el capítulo 53, versículos 3 al 6 de su libro, lo siguiente:

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.

Esa escena tuvo lugar hace más de 2000 años. Ciertísimamente, aunque en la cruz el Diablo hirió a Cristo en el calcañar, pero no fue una herida mortal, como se llegó a creer Satanás, la serpiente antigua; con su muerte en la cruz, y con su resurrección de entre los muertos, el Diablo fue herido en la cabeza, con el golpe mortal, definitivo y eterno que recibió. Como dice el profeta: “…el castigo de nuestra paz fue sobre Cristo, pero por su muerte en la cruz fuimos nosotros curados. Esa es la historia más triste, pero con el final más feliz.

Esa real victoria de Cristo en la cruz, junto a su resurrección de entre los muertos, tiene una serie de referencias bíblicas concatenadas, que datan desde Génesis 3:15, que vinieron refiriéndose a ella, y culminan en Hechos 1:11, cuando nuestro divino Redentor ascendió hacia los cielos.

Fue la historia más triste del mundo, pero con el final más feliz.

Hermanos y amigos,hemos concluidos con nuestro tema: “La historia más triste, con el final más feliz”. Hace más de dos mil años que nuestros Señor Jesucristo, el protagonista central de esta historia, bajó desde el cielo a la tierra, dejando su trono de eterna gloria, fue concebido en el vientre de su madre María por obra y gracia del Espíritu Santo, fue así que siendo ciento por ciento Dios, se hizo ciento por ciento hombre; luego se humilló a sí mismo al nacer en un pesebre. La historia de su ministerio terrenal a favor de la humanidad lo resumió el apóstol Pedro en la casa de Cornelio en centurión romano, cuando dijo lo siguiente: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.

Ese Jesús, fue el traicionado por Judas Iscariote, uno de los doce de sus mismos discípulos, fue el mismo en vía dolorosa camino al calvario iba siendo golpeado, ultrajado, maltratado vituperado y humillado por la multitud profana hasta subir al Gólgota donde fue crucificado. Ese fue el mismo que el mismo a quien los clavos punzantes traspasaron sus manos y sus pies en el madero, fue el mismo a quien los soldados romanos trapazaron su costado con una lanza aguda, fue contra aquel hombre santo a quien la multitud enardecida de odio y rencor escupía su rostro y vociferaba:

“¡Crucifíquenle!”

Fue ese mismo santo e inocente, que desde la cruz, antes de morir pronunció su última palabra, diciendo: “Consumado es” .

Fue por el horripilante crimen escenificado en la cruz que la misma naturaleza protestó: La tierra tembló, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba hacia abajo, las rocas se partieron, y aún se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos, que habían muertos, resucitaron y recorrieron la ciudad y aparecieron a muchos. Fue cuando entonces, las máximas autoridades religiosas y romanas se dieron cuenta que a quien había crucificado era al Hijo de Dios, pero ya era muy tarde.

Jesús fue sepultado, hubieron tres días de silencio sepulcral, los discípulos y los demás seguidores estaba, turbados confundidos; el diablo estaba contento porque creía que había vencido,

En Lucas 24:1-6, encontramos la referencia escritura del Cristo Resucitado.

El domingo muy tempranito, unas discípulas del crucificado fueron a la tumba a llevarle especias aromáticas al sepulcro de quien creían que todavía estaba el cuerpo del crucificado; se sorprendieron cuando encontraron la piedra removida y la tumba vacía.Entonces, entraron a la cueva, y no encontraron el cuerpo de su divino maestro allí. Mientras que aquellas mujeres estaban muy perplejas y tristes, pensando que alguien se había robado el cuerpo del Señor Jesús, grande fue su sorpresa, cuando de repente, dos ángeles les aparecieron y les preguntaron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?, y en seguida les dieron: No está aquí, ha resucitado”.

En nuestro mensaje, hemos hablado sobre “La historia más triste con el final más feliz” de .Ese final más feliz concluye con el ascenso de Jesús a su Trono de gloria. Luego de que nuestro Señor fuera resucitado, estuvo cuarenta días con sus discípulos, instruyéndolos sobre cuál sería la misión de ellos y de la iglesia en la tierra. Al finalizar sus instrucciones presenciales para sus discípulos, se acercaba el momento para Jesús ascender a su trono celestial para estar sentado al lado de su padre eterno. Ese acto final no lo narra Lucas en Hechos 1:9-11, que dice:

“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.

Conclusión:

En medios de la crisis pandémica que vivimos en este momento y en medio de cualquier otra situación crucial que nos tocare atravesar, como consecuencia de los males que nos azotan y nos amenazan, sea que nos tocare morir ahora y que que venga el Señor Jesucristo a levantar su iglesia como lo ha prometido en su Palabra, por sobre todo, debemos mantener firme,viva, activa y anclada nuestra fe y nuestra esperanza en Dios, y en nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Maranata: Cristo viene”