El plan conjunto presentado por los Ministerios de Educación y de Salud Pública para recomenzar las clases presenciales o semipresenciales en el territorio nacional, no parece ser la mejor opción para la continuidad del anómalo año escolar por cual atraviesa la comunidad educativa dominicana a causa de la Covid-19.
Es entendible la enorme presión que sobre el sistema existe por parte de las asociaciones de padres y empresarios suplidores de bienes y servicios a las escuelas con la finalidad de regularizar la presencialidad educativa, pero al mismo tiempo las cifras ofrecidas por las instancias oficiales muestran una alta tasa de contagios, positividad e internamientos hospitalarios, lo cual evidencia una consistente circulación comunitaria del coronavirus.
Intentar en esas circunstancias concentrar a millones de estudiantes junto a decenas de miles de maestros en aulas y planteles, es un gran riesgo porque la ciencia ha explicado que una sola persona afectada puede causar un contagio mayúsculo dentro del área laboral o de estudio, e incluso expandir la enfermedad en el entorno amistoso o familiar llevada desde las escuelas a las casas, o viceversa.
Aun siguiendo los protocolos sanitarios del Ministerio de Salud, no existen las garantías necesarias para los estudiantes, los maestros, el personal de apoyo y ni siquiera para quienes transportan a los educandos o los supervisores del Ministerio de Educación, de que el coronavirus pueda ser contenido en una marco en el cual el distanciamiento social, las medidas de higiene o la obtención de materiales relativos encuentran serias dificultades logísticas. Para citar un ejemplo: ¿ha visitado usted los baños de las escuelas públicas?
El plan “Escuelas Saludables» programado por el Ministerio de Educación para implementar el retorno escolar, debe incluir el acceso permanente de agua potable, mejorar la conectividad del internet, completa reparación de los sanitarios y lavamanos, suplir suficientes anti bacterias para educadores, educandos y empleomanía general, distribución de mascarillas y realizar masivas pruebas médicas in sito, para detectar y aislar a posibles afectados.
Una vez la disponibilidad de vacunas comience a regularizarse y las situaciones anteriores se hayan resuelto, entonces es posible comenzar el proceso presencial o semipresencial en las escuelas, pero apresurarse ahora sin las condiciones mínimas para impartir docencia presencial es una receta para el desastre, y esas «escuelas saludables» pasarían a convertirse en amplios centros de contagios.