Las fiestas navideñas motivan un amplio movimiento de pasajeros dominicanos que van a diversos países y muy especialmente a ciudades norteamericanas o que en sentido contrario regresan a su tierra para compartir con sus familiares y amigos, eso también incluye a extranjeros que utilizan el servicio aéreo con propósitos turísticos.
Es en esta época en donde los usuarios de las líneas aéreas (Delta, Jet Blue, Spirit, United) que proceden desde Estados Unidos, sienten con mayor crudeza el tratamiento discriminatorio, abusivo y atropellate del cual hacen gala esas aerolíneas, seguras como están esas empresas de que no tendrán ningún tipo de consecuencias aquí.
Pero aunque las quejas de los dominicanos no fueron el detonante, existen dos precedentes recientes que fortalecen la necesidad de que los usuarios de las líneas aéreas continúen levantando su voz y protestando contra los desafueros de esas compañías, pues de algún modo esos disgustos deberán producir un cambio, bajo pena del descrédito empresarial.
La multas de 50 millones de dólares a Américan Airlines por maltrato a pasajeros con discapacidades y posteriormente la de 2 millones de dólares a Jet Blue debido a sus retrasos crónicos y a la trampa de vender asientos extras en los vuelos, indican que las quejas de los pasajeros por los constantes atropellos están obligando a los gobiernos a reaccionar para afrontar tantos desmanes.
El gobierno dominicano, caracterizado por «mucha espuma y poco chocolate » a la hora de enfrentar los abusos de las aerolíneas, debe cambiar el comportamiento de «amagar y no dar”, actuando con firmeza ante las violaciones comprobadas a los derechos de los pasajeros , aplicando multas de acuerdo a la magnitud de los abusos, porque ya está bueno de pagar por servicios aéreos que ofrecen mediocridad, atropellos y discriminación al granel.