El mayor logro estratégico del pasado gobierno dominicano es el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, país que cada día está más cercano a constituirse en la primera economía global, lo cual abre las puertas a posibilidades comerciales y de progreso enormes para nosotros.
Es normal que el avance chino en América Latina produzca escozor a los Estados Unidos, acostumbrado a unas relaciones de subordinación en esta zona del mundo considerada su patio trasero, en donde los intereses de sus multinacionales y el poderío militar terminan doblegando voluntades e imponiendo la ley del más fuerte.
Las relaciones con China ofrecen un mercado de ,1300 millones de consumidores a nuestros productos agrícolas e industriales, como ya empiezan a abrirse camino el mango, el café, las piñas, los aguacates y el ron dominicano, cuya autorización para entrar a China se realizó de manera expedita.
Ambos países habían acordado las construcciones de presas de agua, de puertos, como el de Arroyo Barril, sistemas de aguas negras y residuales en diversos pueblos entre otros acuerdos que beneficiarán a la Infraestructura, la Agricultura, el Turismo, la Tecnología e incluso en el área cultural China facilitará las condiciones para el aprendizaje de Mandarín.
Las previsiones proyectan una inversión sobre los 10 mil millones de dólares en el país.
Limitar u obstruir ahora la colaboración e inversiones chinas para congraciarse con Estados Unidos, va contra los intereses estratégicos nacionales, pues un gobierno independiente puede tener relaciones comerciales con cualquier nación en el marco del respeto mutuo como ocurre con China, diferente a las realizadas en el terreno de la dependencia neocolonial y del avasallamiento a la soberanía de los países.