Normalmente la ciudadanía está acostumbrada a escuchar noticias, comentarios del Ministerio de Educación de la República Dominicana, (MINERD), desde un ángulo negativo, pues esa dependencia está por lo regular envuelta en situaciones conflictivas con diversos sectores, sean estos profesionales, comerciales o con las asociaciones de padres de alumnos.
Así, pese a recibir el 4% del presupuesto nacional, sucesivos análisis e investigaciones muestran enormes deficiencias en el aprendizaje de los estudiantes dominicanos, que les colocan muy por debajo a otros países latinoamericanos cuyo porcentaje en recurso estatal es menor al que recibe el MINERD.
Pero no es solo la cuestionable calidad de la enseñanza impartida lo que la población reclama del Ministerio, es también el deterioro de los edificios y las infraestructuras, con estudiantes recibiendo docencia en enramadas, patios y desvencijados locales, en ocasiones sin agua potable, carentes de baños o de pizarras, sin material didáctico apropiado que ayuden a los educadores en su labor.
Es recurrente escuchar las exigencias de los contratistas de escuelas y estancias infantiles en torno a millonarias deudas contraídas y no saldadas por el Ministerio, lo mismo ocurre con los suplidores y proveedores de alimentos a las escuelas, mientras que los profesores viven con el grito al cielo por las carencias y limitaciones de material de apoyo y agréguele además el constante escándalo con las editoras de libros y textos escolares.
Sin embargo, el anuncio de que para el año escolar 2023-2024 el MINERD entregará más de dos millones de nuevos uniformes escolares a través del Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil, INABIE, es una noticia significativa e importante para las familias de escasos recursos cuyos hijos acuden a los centros educativos públicos. Es un punto a favor del Ministro Ángel Hernández que causa regocijo con tan acertada resolución.



